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Medio lleno


El lunes. Exactamente a la media hora de haber comenzado con mi nuevo trabajo no dejo de cantar como un poseso el “volando voy, volando vengo” perpetrando a Camarón. La actividad es tan frenética que no tengo tiempo para memeces del tipo “tengo que ponerme al día que estoy desacostrumbrado a este ritmo” y similares. A pesar de todo es reconfortable encontrarse de nuevo con el tipo de trabajo que alguna vez le planta en la cara a uno una sonrisa del tipo simulacro de satisfacción. Los nuevos compañeros son muy majos y acepto de buena gana, y me río por la pregunta que me hizo el jefe, tener a una mujer jefa diez años menos que yo. Machismos a mí. La semana transcurre vertiginosa. Tan vertiginosa que sin pensarlo me choco de lleno con la noticia de que la otra cosecha que esperaba esta vez tampoco va a poder ser.

A pesar del mal trago, no me queda otra que seguir sonriendo.

Recolección


Gonzalo me ha dicho que llega la época de las maduras. Que además cuando se trata de trabajo (yo añado de amor) las ocasiones nunca vienen solas. Y tiene toda la razón.
Yo en vista de lo que se me viene encima me he comprado el último libro de Baricco. El de la portada con el coche de carreras. El que empezaré a leer a partir del lunes por las mañanas... cuando el autobús me acerque hasta mi nuevo trabajo.

Y ahora todos a celebrarlo!

Let’s dancing

Dieta


Acabo de deshacer la maleta azul. De regreso de la escapada de estos días. Una ducha reparadora y un buen afeitado. Me miro en el espejo y vuelvo a constatar que la semana santa en Salamanca es peligrosa. Y la semana santa al amparo culinario de una madre lo es aún más. Lo digo porque allí existe una forma de romper el ayuno de toda la cuaresma un tanto explosiva. Se llama hornazo. Consiste en una bomba de relojería sabrosísima compuesta de lomo, chorizo, jamón serrano, sobrasada y manteca dentro de una deliciosa y gigantesca hogaza de pan. Tiene la peculiaridad de mantener e incluso incrementar, según dicen los sabios, su sabor con el paso de los días, así que lo que no acabas el primer día te espera el segundo, y el tercero y el cuarto y a veces algún etcétera debido al tamaño del artefacto en cuestión. Todo el mundo queda advertido

El colesterol está dándome palmitas...
de alegría.




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