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La pequeña domadora de sueños aparece con un diente menos. A sus siete años una paletilla de las de la parte superior de su dentadura ha dejado un divertido y travieso hueco en su sonrisa. Ella la remarca, fruto de su maripresumidilla infancia, con un poco de pintalabios. Por la mañana un generoso (generosísimo) ratoncito Pérez de deja bajo su almohada una mini fortuna de diez euros.

Más tarde, en Ledesma, nos visita la casualidad. Detrás de una puerta aparece Laurent, el joven pintor belga de paisajes con luces y colores anchos, y coleccionista en la intimidad de escenas taurinas. Nosotros tuvimos el privilegio de ser los primeros compradores de su arte. El nos lo agradeció con una visita acompañándonos al delicioso anfiteatro de nuestro pequeño pueblo y manteniendo una amistad que, aún alimentándose en la distancia, todavía perdura. Nos poblamos de sonrisas en el reencuentro, tantas que las tenemos que sujetar a dos manos. Sus estudios este año le han mantenido alejado de los pinceles, pero nos asegura que con la tranquilidad de estas vacaiones está dispuesto a cambiar esa inercia. Genial y dulce.

1 Responses to “”

  1. # Anonymous Anónimo

    es tan tierno cuando hablas de tu princesita.. Y me encanta las historias de amistad,. es q toy ultimamente sensiblona, por eso vine a tu blog y creo q la elección es super acertada.. besos  

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