...


La pequeña domadora de sueños aparece con un diente menos. A sus siete años una paletilla de las de la parte superior de su dentadura ha dejado un divertido y travieso hueco en su sonrisa. Ella la remarca, fruto de su maripresumidilla infancia, con un poco de pintalabios. Por la mañana un generoso (generosísimo) ratoncito Pérez de deja bajo su almohada una mini fortuna de diez euros.

Más tarde, en Ledesma, nos visita la casualidad. Detrás de una puerta aparece Laurent, el joven pintor belga de paisajes con luces y colores anchos, y coleccionista en la intimidad de escenas taurinas. Nosotros tuvimos el privilegio de ser los primeros compradores de su arte. El nos lo agradeció con una visita acompañándonos al delicioso anfiteatro de nuestro pequeño pueblo y manteniendo una amistad que, aún alimentándose en la distancia, todavía perdura. Nos poblamos de sonrisas en el reencuentro, tantas que las tenemos que sujetar a dos manos. Sus estudios este año le han mantenido alejado de los pinceles, pero nos asegura que con la tranquilidad de estas vacaiones está dispuesto a cambiar esa inercia. Genial y dulce.



Pedro y Sole se han casado. Ayer por la tarde. Sole tiene los ojos grandes. Negros. Pedro, el bolsillo del cariño. Rebosa. Estuvimos allí, celebrándolo con ellos, y con otros amigos. Repartiendo sonrisas, guiños, complicidades. ¡Vamos, será por repartir! Yo llevaba mi blazier azul marino, aunque Ella se empeña en confesar que es gris oscuro, no lo voy a discutir. La mesa era redonda, como la boda y como nosotros a departiendo y riendo. Y luego el baile. Mucho baile. Ella se mueve tan bien que me contagia. Y comenzamos a bailar,
y bailar,
y bailar en la boda redonda de Sole y Pedro.

PD. La recena, unos tentempiés y unos consomés a las tres de la madrugada, de nota.




Powered by Castpost

NUEVE PIEDRAS ROJAS



Anoche vestía su collar con nueve piedras rojas. Piel. Estoy seguro. Las conté varias veces. Una, dos, tres… con mis ojos. Piedras rojas, piel. Con los labios. Fascinado. Volcanes del norte, donde no crecerá nunca el invierno. Estoy completamente seguro. Cuatro, cinco, seis, siete… Navegué entre sus piedras rojas donde no existen las distancias. Un mar de piel y saliva. Con mi boca conté las últimas. Luego regresé hasta la primera, y mil veces la rocé. Pequeñas batallas entre mis manos y su piel con ningún vencido. Nueve piedras rojas y su piel.

Esto no es una historia triste


El viernes ha muerto Paul. Pero esto no es una historia triste.

Ella le descubrió una enfermedad con un nombre tan grande que asusta aún sin nombrarlo hace ocho meses. Hace ocho meses un hilo invisible comenzó a desaparecer.

Todos los días una ambulancia le acercaba al hospital, para intentar coser ese hilo invisible, o para que sus puntadas, al menos y por que se lo merecía, no le dolieran en el corazón. Su mujer, mientras los médicos tejen, trata de estudiar, una oposición y un trabajo.

En aquella carrera sin meta Paul cada tarde le obliga a aprenderse un tema de aquel temario. Uno por uno. El la mantiene de pie, es un misterio porque el que está postrado a la cama es el cuerpo de Paul, El la obliga a contar hacia adelante mientras que dentro de su cuerpo se van restando días. Sí, es un misterio, porque según resta días ese corazón se va haciendo más grande. Y grande. Tejido.

Unos pocos días antes han decidido casarse. Por que la lámpara de su amor en estas terribles circunstancias no sabe sino llenarse de dulzura. Y aquella habitación blanca de hospital con toda esa luz se llena de belleza.

El viernes ha muerto Paul, pero como digo, esta no es una historia triste, su mujer ha aprobado la oposición con el número uno de la promoción. Como él quería. Se lo ha ido a contar a Ella esta tarde. Le ha dicho que durante estos ocho meses ha sido la mujer más amada y feliz del mundo. Y ahora,
ahora está tranquila.




© 2006 ... | Plantishas para Blogger